Gustavo Coronel
Cada día que pasa la Venezuela
de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y sus familiares, amigos, cómplices, narcos,
cooperantes, embajadores sin honor y parásitos de todo el planeta que le chupan
el dinero a la “revolución” se revela como un pozo infecto de corrupción, de
narcotráfico, asesinatos, secuestros y expropiaciones, todo lo cual la ha
colocado en la primera línea de los regímenes forajidos del planeta. Los
depósitos en Andorra, Suiza, Panamá y otros “paraísos fiscales”; el derroche de
dinero del que hacen gala los boli chicos y otros contratistas de PDVSA o de
algunas otras empresas del estado; las investigaciones internacionales (aquí
nadie investiga) que relacionan a altos militares venezolanos y al mismo
Diosdado Cabello con el narcotráfico; las amistades mafiosas de los familiares
de los miembros de la pandilla, todo ello muestra como el chavismo ha llegado a
ser una merienda de corruptos y como muchos miembros de la sociedad venezolana
se han incorporado con glotonería a este festín de la podredumbre. Estos han
sido años trágicos para Venezuela, años de profunda degradación moral, de
cobardías insospechadas, de escasa fibra ciudadana en grandes sectores de la
población. Venezuela se encuentra hoy en el grupo de los países más atrasados
del planeta y esto es comprobable mediante el examen de los índices internacionales
independientes. Una que otra organización como las FAO todavía elogia al
régimen, ya que sus representantes en Venezuela han sido incorporados al
séquito del dictador. Una que otra universidad, como la de La Plata en
Argentina, recibe dinero del régimen para que le adjudique a Maduro un ridículo
premio de opinión, tal y como lo hiciera con el muerto.
Una de las señales más fuertes
de la desintegración del régimen tiene que ver con el número de cómplices del
régimen quienes desertan, buscando impunidad para sus crímenes a câmbio de la
delación de peces más gordos. Esta es una actividad odiosa pero que parece ser
necesaria para castigar a los grandes capos del crimen y de la droga. Ya son
varios y variados los delatores, a quienes también podríamos llamar patriotas
cooperantes, similares en su naturaleza – son la misma clase de gente - a los
sapos que le dan cuenta a Mario Silva, el sapo rey del régimen y a su
asistente, el diminuto y defenestrado Ernesto Villegas.
Ex-magistrados,
ex-guardaespaldas, ex- presidentes de empresas del estado, banqueros prófugos,
toda una clase entomológica especial, anda disparada hacia USA, a hablar con
los investigadores que hurgan en las entrañas purulentas del chavismo. Ninguno
de estos cooperantes lo hace por patriotismo, por amor a Venezuela, por
integridad personal. Lo hacen para mandar a Maduro y a Cabello al pajón, a fin
de que, con su delación, se les permita disfrutar de sus dineritos o dinerotes
mal habidos en los vericuetos de las empresas del estado o ministerios, desde
DIANCA hasta PDVSA, desde el ministerio de finanzas hasta el Tribunal Supremo
de Justicia. Estos son bagazos morales, con o sin uniforme, iguales a los
asesinos, narcos y analfabetas que manejan el poder.
En esta marabunta de
malhechores, invertebrados, cobardes, celestinos y cómplices, donde está la
Venezuela que habrá de resurgir algún día? No está en una clase adinerada,
mucha de la cual se ha transado con el régimen. No está en las grandes masas de
pobres que carecen de conciencia social y que solo desean recibir su subsidio,
su regalo, no importa las humillaciones recibidas. Los venezolanos de mucho
dinero o de gran pobreza son grupos moralmente vulnerables, muchos de ellos
ansiosos de hacer más dinero o de recibir algún dinero, sin pensar en el
aspecto ético de sus posturas. La ética es prácticamente desconocida para el
grueso de los más ricos y de los más pobres, quienes solo piensan, o en más
riquezas o en sobrevivir.
Es en la clase media baja,
clase media-media y en algunos sectores de la clase media alta que se
encuentran las semillas de la redención venezolana. Estos segmentos son
minoritarios, representan quizás un tercio de la población, pero sus voces y su
vigor ciudadano compensan su posición minoritaria para convertirlos en una
fuerza formidable de opinión. Este segmento intermedio de la población es el
que instrumentará el cambio político, mientras los otros están sentados en la
barrera, contemplando el espectáculo y viendo los resultados para decidir, a
última hora, con quien se alinean. Se alinearán con el ganador en base a una
alianza hipócrita, interesada, calculadora, estratégica. Los principios no
jugarán en esa alianza ningún papel.
Es ese segmento intermedio de
la población venezolana, arriba mencionado, el que justifica mi postura activa.
Es con ellos, por ellos y para ellos, en el corto y mediano plazo, que doy mi
apoyo. Ellos forman el núcleo principal de la Venezuela que vendrá.
Esta Venezuela que vendrá
tendrá una tarea enorme que llevar a cabo, a fin de crear, en el más largo
plazo, la Venezuela que deseamos. Es la que llevará a la transformación de
nuestras grandes masas inertes, de habitantes que constituyen un pesado farda, en
ciudadanos capaces de labrarse su propio destina, venezolanos dignos, para
quienes los principios sean más poderosos que una dádiva. Solo cuando seamos un
país de ciudadanos habremos derrotado las fuerzas horribles de la mediocridad y
de la codicia.
Nenhum comentário:
Postar um comentário
Não publicamos comentários de anônimos.
Se optar por "Anônimo", escreva o seu nome no final do comentário.
Não use CAIXA ALTA, (Não grite!), isto é, não escreva tudo em maiúsculas, escreva normalmente. Obrigado pela sua participação!
Volte sempre!
Abraços./-