Juan Carlos Pérez-Toribio
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Henrique Capriles Radonski
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Esta semana hemos sabido que
el Sr. Luiz Inácio Lula da Silva se ha molestado bastante ante las constantes
referencias que el candidato de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD),
Henrique Capriles, viene haciendo del grado de desarrollo que ha alcanzado
Brasil estos últimos años y su deseo de imitar ese modelo en su futuro
gobierno. Cualquiera en el lugar del Sr. Lula estaría orgulloso de que alguien – un posible futuro gobernante – lo cite como ejemplo de lo que
se debe hacer en política económica y social; sin embargo, su solidaridad con
el Presidente y actual candidato del PSUV es tanta que no sólo ha montado en
cólera, sino que, según se comenta, ha llegado incluso a solicitar a sus
aliados del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el gobernador
de Río de Janeiro, Sergio Cabral, y el alcalde de Río, Eduardo Paes, que dejen
de respaldar la candidatura de Capriles.
Brasil es un país al cual nos
hemos ido acercando en estos últimos años, pero del que de alguna manera hemos
estado alejados por mucho tiempo. Esto viene desde que la nobleza portuguesa
firmara con la corona española el tratado de Tordesillas, cuyo antecedente era
el de Alcáçovas, y ambas se repartieran las conquistas del Nuevo Mundo y los
dominios del Océano Atlántico. También influyó en ese alejamiento la forma
diferente en que ese país adquirió la independencia – por cierto, muy bien
descrita por Javier Moro en su novela El
imperio eres tú, premio Planeta 2011. Como se sabe, algunos de los miembros
de la nobleza portuguesa, como Pedro I, tras refugiarse en Brasil huyendo de la
invasión napoleónica a la península ibérica, terminaron negándose a volver a
Portugal, declarando la independencia y desobedeciendo las órdenes de las
cortes portuguesas. Brasil luego, y como cualquier país latinoamericano, verá
plagada su historia de golpes de Estado y gobiernos militares, los cuales se
sucederán hasta bien entrado el siglo XX, y será sólo bajo el gobierno de
Fernando Henrique Cardozo que el país termine adquiriendo la estabilidad
política y económica que venía necesitando, a la vez que ampliaba el
intercambio comercial y cultural con otros países de la región y rompía con esa
especie de aislamiento en que se encontraba.
En este sentido, si bien Lula
ha hecho un gobierno excepcional que ha catapultado a Brasil hasta situarlo en
una de las principales economías del mundo, con un bajo índice de inflación
(5%), un crecimiento sostenido del PIB (entre 4% y 5%), un reducido déficit
fiscal (apenas del 1%) y amplias reservas monetarias (350 mil millones de
dólares), donde destaca el gran estímulo que se le ha dado a la exportación,
podríamos decir que básicamente Lula ha seguido los fundamentos de las políticas
iniciadas en su momento por Henrique Cardozo (primero cuando era ministro de
Hacienda de Itamar Franco y luego como Presidente del país desde 1995 hasta el
2003), hasta el extremo de respetar los acuerdos que este último había hecho
con el FMI y cancelar los préstamos otorgados por ese organismo a Brasil. Todo
ello, acompañado – también es bueno decirlo – de una agresiva política social
de lucha contra el desempleo y de "hambre cero", con muy buenos
resultados.
De ahí que las inteligentes y
reiteradas declaraciones de Capriles traten de evidenciar que, al margen de las
etiquetas de "izquierda" y "derecha", hay un modelo que se
puede copiar y llevar a cabo sin atentar contra la inversión y el capital
privado, que se puede ser exitoso económicamente en estrecha colaboración con
la empresa privada, y que más allá de esa cantidad de productos con los que
Brasil tiene abarrotados los anaqueles de nuestros supermercados, ese país
puede sentirse orgulloso de poder exportar algo más que carne y pollos.
Por todo ello, cabe
preguntarse si no será la posibilidad de que nuestro país vuelva a la senda de
la producción de esos rubros tradicionales, en desmedro de las exportaciones
brasileñas, lo que ha causado la inexplicable molestia de Lula; o si no le
molestará también que el país al volver a tener un gobierno moderado termine
restándole, tanto a él como a su nación, el protagonismo internacional con el
que tanto ha colaborado el abanderado del PSUV.
Juan Carlos Pérez-Toribio, El Universal, 12-05-2012
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