segunda-feira, 19 de junho de 2017

La inoperancia de Portugal en la lucha contra los incendios

El Mundo
 
Foto: Paulo Novais/EFE
Portugal se vio ayer asolado por un pavoroso incendio que causó más de 60 muertos. Se trata de la tragedia con más fallecidos en un sólo fuego en casi un cuarto de siglo en el mundo, un dato que revela las dimensiones de un suceso que ha puesto en entredicho la inoperancia y la alarmante falta de recursos del Estado luso para hacer frente a los incendios forestales. Una lacra que cada año azota con especial virulencia al país vecino, sin que se hayan adoptado medidas proporcionales para combatirla.

La Policía Judicial portuguesa cree que una tormenta eléctrica es la causa más probable del fuego, cuya rápida propagación se explica por las "condiciones meteorológicas" adversas, especialmente, por la combinación de las altas temperaturas y fuertes vientos. Decenas de vecinos de la comarca que circunda el término municipal de Pedrogão Grande se vieron atrapados en un infierno de llamas y muchos de ellos perecieron calcinados en los vehículos en los que intentaban huir. Otros murieron carbonizados en plena calle. Las autoridades lusas, completamente desbordadas, movilizaron más de 700 efectivos. Un dispositivo a todas luces insuficiente para controlar, perimetrar y, finalmente, extinguir un incendio de proporciones tan devastadores.

No es de recibo que, en pleno siglo XXI, en un país de la Unión Europea un incendio forestal ocasione un número de víctimas mortales tan elevado. Máxime teniendo en cuenta los antecedentes de los últimos años. Lo que muestra este terrible episodio es que, a día de hoy, Portugal no está preparado para hacer frente al fuego. Ni ha llevado a cabo las labores preventivas idóneas, ni tampoco dispone de un dispositivo óptimo para controlar, perimetrar y extinguir los fuegos, lo que revela no sólo la ineficacia de sus equipos sino una preocupante ausencia de medios. La crisis y el rescate económico han mermado notablemente la capacidad de inversión del Ejecutivo luso. Pero ello no es óbice para desantender una amenaza tan grave y preocupante como la de los incendios, cuyas dramáticas consecuencias exceden el daño medioambiental.

El fuego de Pedrogão Grande, de proporciones insólitas en suelo europeo, ha generado un enorme impacto mundial. Las principales cancillerías, además de la Casa Real española y el Vaticano, expresaron sus condolencias. Y el Gobierno español, tras una conversación telefónica entre Mariano Rajoy y el primer ministro portugués António Costa, envió dos aviones anfibios con 3.500 litros de carga cada uno. Reforzar la cooperación ibérica debería ser una prioridad para ambos países, pero la tragedia lusa permite subrayar el riesgo elevado que también comporta para España la previsión de un verano muy cálido y seco.

Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, cada año más de 100.000 hectáreas son arrasadas de media en incendios forestales. Es cierto que los protocolos de coordinación entre administraciones mejoró notablemente a raíz del incendio de Guadalajara en 2005, que causó 11 muertos. Sin embargo, quedan muchas tareas pendientes. Urge mejorar las labores de prevención, mitigando así parcialmente los efectos de la la despoblación y la desertización del campo; además de reforzar las plantillas antiincendios, dotándolas de mayor estabilidad y recursos. Pero, sobre todo, cabe reforzar la legislación en aras de la prevención y del castigo a quien provoca un fuego, especialmente, teniendo en cuenta que el 55% de los incendios forestales en España entre 2001 y 2014, según la Fundación Civio, fue intencionado. La tragedia ocurrida en Portugal debe espolear la toma de decisiones para hacer de la lucha contra el fuego una prioridad en todo el sur de Europa. 
Título y Texto: Editorial, El Mundo, 19-6-2017

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