O comunismo pode parecer um acidente
histórico que interrompeu momentaneamente a lei geral de evolução da
sociedade, mas na realidade também representou uma tragédia humanitária
provocada pela ação (des) humana sem precedentes na História da humanidade.
Confira o artigo de José Andrés Rojo sobre o livro “Terror y
Utopia – Moscou 1937”, do historiador Karl Schlogel.
Rivadávia Rosa, 21-7-2015
El sueño de la utopía produce monstruos
El terror que desencadenó
Stalin en 1937 es uno de los mayores periodos de barbarie
José Andrés Rojo
En agosto de 1936, unas cien mil personas se manifestaron en la Plaza Roja
de Moscú para apoyar a la República española, rota por un golpe de Estado y que empezaba a
librar una larga batalla contra los militares que se habían rebelado y que
contaban ya con la ayuda de la Alemania
nazi y la Italia fascista.
“Los obreros de la planta GPZ
I, de las fábricas Dínamo, de la fábrica de frenos Aviajim, Samotochek, de la
Eléctrica de Kúibishev, así como de otras, acordaron donar a España la mitad de
su salario mensual”, cuenta el historiador Karl Schlögel en Terror y utopía, un fascinante trabajo en el que reconstruye lo que sucedió
en Moscú en 1937.
La ciudad estaba entonces
cambiando. Stalin acababa
de poner en marcha un ambicioso plan
para su modernización y la actividad era frenética. Existía una amplia
red de bibliotecas públicas, funcionaban numerosos clubes y casas de cultura,
se publicaban unos 60 periódicos, unas 540 revistas tenían allí sus sedes y
había 138 editoriales. Era la ciudad de los teatros, donde competían además
distintas orquestas sinfónicas y podían escucharse también combos de jazz. Se
había abierto el Primer Circo Estatal de Moscú y 49 salas de cine proyectaban
las últimas novedades. Si uno recorría el listín telefónico podía incluso
descubrir un Instituto del Entretenimiento. “Todo el que que quería avanzar se
marchaba a Moscú”, comentaba Karl Schlögel en una entrevista publicada hace unos días en este
periódico.
Junto a tanta actividad
cultural, y en el mismo corazón de esa capital que se afanaba por vestirse de
gala para proyectarse al mundo, habitaba el horror. Todos sabían de ese sitio al que alguna vez podían
llevarte, y del que igual no ibas a regresar nunca. La policía secreta actuaba con estricta profesionalidad. Aparecía
donde tenía que aparecer y se llevaba a
los sospechosos sin armar ningún barullo. El más estricto anonimato y una sutil
omnipresencia caracterizaban su trabajo. Todo lo sabían y, frente a semejante poder, ningún hombre
estaba a salvo.

Como luego la Unión Soviética contribuyó a derrotar a Hitler durante la II Guerra
Mundial, las víctimas del horror estalinista fueron en parte olvidadas. Por
eso, además de acordarse de aquellos obreros que enviaban la mitad de su sueldo
para colaborar en España en la lucha
antifascista, es imprescindible sobre todo mostrar cómo aquellos sueños
utópicos terminaron por ser masacrados para levantar un sistema sostenido
fundamentalmente en un monstruoso aparato policial.
Texto: José Andrés Rojo, El País, 19-7-2015
Leia mais:
Relacionados:
Nenhum comentário:
Postar um comentário
Não publicamos comentários de anônimos/desconhecidos.
Por favor, se optar por "Anônimo", escreva o seu nome no final do comentário.
Não use CAIXA ALTA, (Não grite!), isto é, não escreva tudo em maiúsculas, escreva normalmente. Obrigado pela sua participação!
Volte sempre!
Abraços./-